En el corazón que ya no late, la lágrima que palpita. En la mano abierta o en el suspiro invisible. En lo que no dije, lo indecible de este dolor. En la imposibilidad de escribir el miedo. En la duda. En la posibilidad que algunos llaman destino. O en la noche, que bajó conmigo en la porfía de tu nombre.
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