Suplicio


El condenado, que no sabe actuar pero tiene bonito público, atestigua con su cuerpo en la primera función del teatro del castigo. El espectáculo suele ser frecuente en escenarios reducidos, pero los organizadores -que anticipan el principio de igualdad-, también lo hacen al aire libre, para que todos puedan apreciar la magnitud de los azotes.

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